Confesiones. Ni un zapato más, ni una menos.
¿Cómo vamos?
Hoy
escribo esta entrada porque no puedo mantenerme callada. Hoy os voy a desvelar
uno de los secretos que se ocultan en Ni un zapato más, un secreto que escondí
para nosotras, para ellas, para todas, pero sobre todo para aquellas que
perdieron su vida a mano de "ellos".
Ayer,
mientras veía las noticias de las 21h, lloré, nada novedoso, me imagino que a
muchos también las lágrimas impotentes se les manifestaron al descubrir ese
tremendo parricidio. Un "padre" degollaba a su hija de dos años como
venganza porque su pareja acababa de salir a denunciarle. Una niña de dos años
ha muerto en manos de la persona que le dio la vida, de su padre, del que iba a
aprender a atarse los zapatos, del que le tenía que leer cuentos, enseñarle a
jugar con la pelota, montar en bici... y él cometió el acto más deleznable que
mi mente puede digerir: arrancar de cuajo todas esas vivencias a tu pequeño, al
que tú, moral y legalmente, optaste por criar.
Siempre
pruebo a ponerme en la piel del otro, entender porque las personas actúan como
actúan, quizás sea defecto de escritora. En este caso ni lo voy a intentar,
porque me duele tanto y me resulta tan incomprensible que me ahogo. Soy madre y
solo pensar que a mi pequeña le pueda pasar algo me descuelga los órganos por
segundos para revolverme el cuerpo. Pero no hace falta ser "papa"
para entenderlo, lo sucedido ayer descompone el cuerpo a cualquiera con un
mínimo de conciencia
Hace
unos días también nos torturó la noticia de que un hombre había matado a tiros
a su ex-pareja delante de su hijo, a la salida del colegio. Frente a muchos
niños. Pequeños a los que se les ha arrebatado un pedazo de su infancia para siempre
y que temerán ser adultos para no ser tan malos como aquel asesino. Por no
hablar de ese niño de tres años que ha perdido a su madre para siempre. Me
duele el alma, literalmente.
¿Qué demonios
nos está pasando? ¿Realmente estamos civilizados? ¿O somos una panda de
engreídos con ínfulas de "progres" en un mundo insensible, cruel y
desfasado?
Y sí,
ya sé que habéis leído las noticias, que no os estoy descubriendo nada, pero,
en parte, necesitaba desahogarme y aprovechar para desvelaros uno de los
secretos que esconde Ni un zapato más.
No os
digo en qué forma, ya lo averiguaréis, pero en este último libro hay un
homenaje a aquellas mujeres que perdieron su vida en manos de sus parejas en
2016 y 2017.
¿Por qué?
Porque
se me encendió esa idea y ni fui capaz de apagarla; ni quise.
¿Por
qué se me ocurrió?
Por la
similitud del título con el eslogan "Ni una menos", porque por eso se
titula así. Desaparecen mujeres y uno de sus zapatos amanece en la puerta del
policía que investiga el caso. El ruega al cielo que no haya más zapatos esperándole.
Ni un zapato más.
Pero
este no es el caso que hoy me ocupa. Hoy me alegro, entre comillas, de haber
escrito ese homenaje aunque no pegara "ni con cola" en el estilo del
libro. Porque el ser humano está programado para ayudar (aunque no lo sepamos),
para intentar "hacer algo" en los malos momentos ajenos, y aunque
escribir unas líneas sea tan poco que es irrisorio para aquellos que están
sufriendo los daños directos o colaterales de esta lacra, yo siento que estoy
madurando como autora y me calma. Porque escribes para ti pero te leen los demás
(una suerte), tenemos voz y podemos remover alguna oscura conciencia o educar a
quién está empezando a torcerse.
Autores,
autoras, escribamos sabiendo que nos leen, y, en concreto, en romántica, gente
muy joven, que está eligiendo su destino y forjando su carácter. Dejemos claro
que los celos excesivos, la manipulación, el control y el menosprecio son signos
inequívocos de maltrato psicológico. Porque quizás sí se puede hacer algo,
porque gracias a nuestro karma tenemos voz y hay a quién le gusta leerla.
Seamos coherentes.
Hablo
para autores, pero lo podemos extrapolar a la sociedad en general, porque todos
tenemos a gente que nos escucha y niños alrededor. Porque no hay que callar,
hay que actuar y ayudar. Dejo claro que, en mi opinión, la clave en la erradicación
de la violencia de género reside en la educación.
Me he
ido por las ramas, lo sé, yo venía a desvelaros un homenaje, la reivindicación
que escondía Ni un zapato más y la parrafada me ha salido sola. No me
arrepiento, las circunstancias, tristemente, lo merecen.
Solo
me queda decir:
Es un
sinsentido que estéis muertas. Asesinadas... pequeña de dos años, Jessica, descansad en paz.
Ojalá
el homenaje que escribí en Ni un zapato más os llegue a todas, pero sobre todo,
ojalá no tenga que volver a escribirlo en mi siguiente libro.
Un
abrazo.
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