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Mostrando entradas de abril, 2014

Recapitulando y más

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¡Uff! Pues anda que no ha habido novedades es este tiempo… Perdonad el retraso, pero ando más que liada con la presentación del libro. He decidido haceros un resumen de cómo están las cosas por esta tormentosa planta.          ¿Recordáis esa primera entrada, la del señor que me increpó nada más abrir la puerta? Pues bien, bueno, mal; falleció. Su familia asaltó al médico cuando salía del ascensor de buena mañana y casi le pegan a grito de «facha».          De la segunda entrada, aquella en la que lloré porque se iba un paciente… No he llorado más. Bueno sí, yo lloro mucho, va en mi condición, pero en referencia a emocionarme por la marcha de un paciente y su estimada familia a su hogar, ni una lágrima, en toda caso, palmitas con las orejas.          ¿Os acordáis de «dónde hay patrón no nada marinero»? Os confieso que es una de mis favoritas. He sido una desconsiderada y no os he contado cómo se resolvió nuestra ausencia de capitán. ¡Tenemos un nuevo capitán! No es español, posee

Lo mejor de mi día a día enfermero...

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Va, y me dice el médico antes de irse: —Irene, hay que hacer un traslado. El paciente de la 10 está en situación agónica y le vamos a trasladar a la 5, que es una habitación independiente. Pepito, el paciente que está en esa habitación, ya lo sabe y está conforme. Hasta mañana. En ocasiones, cuando se puede, si un paciente está muy malo, le dejamos solo, entre otras cosas, para respetar el duelo de los familiares, y como ahora disponemos de varias habitaciones independientes, pues es más fácil. Pepito, el de la 5, el que estaba totalmente de acuerdo en irse a compartir habitación a la 10, no tardó ni un segundo en, nada más verme en el pasillo, chistarme: —¡Schhhhh, niña! Fui; era primera hora de la tarde y no me apetecía ir dando lecciones de educación desde primera hora. —¿Qué quieres Pepito? —Niña, no me cambies de habitación, anda, guapa, que me quedan sólo tres días para que me den el alta. ¡Arrrrjjjjjjjj! Esta fue mi cara. ¡¿Pero por qué narices no se lo dicen al

TENSIONES EN LA PLANTA

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¿Tensiones en la planta? ¿Qué estáis pensando? ¿Broncas, malos rollos, dimes y diretes? ¡¡Qué va!! He jugado con el título para captar vuestra atención, recurso publicitario en toda regla, y aquí os tengo leyendo sin saber de qué narices os voy a hablar esta vez…jiji. Esta vez, voy a intentan sacar jugo, y no va a ser fácil, al acto más detestable, aburrido y monótono que lleva a cabo una enfermera en planta: Tomar las tensiones. Años ha, una mujer de blanco, con un sombrerito curioso en la cabeza, rodeaba el brazo del paciente con un manguito, colocaba su fonendo sobre la arteria braquial, inflaba la perilla, pedía silencio absoluto en la habitación, —le hacían caso—, y se abstraía viendo las agujas del manómetro para escuchar los sonidos de Korotkoff. Ahora, arrastramos un carro malamente, —porque rueda menos que una trolley del todo a cien—, ajustamos el manguito en el brazo del paciente y apretamos un botón. No podemos pedir silencio, no viene a cuento. Y ya, sólo