AL PAN, PAN Y AL VINO... DÉJATE DE VINOS
—Ya puedes empezar a tolerar. Ahora te traemos una
manzanilla.
—Manzanilla, no
sabéis como matarme —Tono hostil. Mujer, cuarenta y tantos, ingresada en
medicina interna.
—Hombre, pues
con manzanilla seguro que no. —Yo, algunos años menos (amante de las infusiones).
El tema de las
dietas en el hospital es para hacer una tesis doctoral, pero de años y años.
Yo, por si alguien se anima, le regalo un posible título: El pitorreo.
Desde que en mi
hospital pedimos las enfermeras las dietas, mediante un programa informático,
nos pasamos el turno cambiando biscotes por galletas, café por cola- cao, y
natillas por yogur… ¡Apasionante! Es que me encanta, ¡me encanta!, ser
conocedora de los gustos culinarios de mis queridos pacientes. No pensaba yo,
cuando era una alumna de enfermería, tampoco me lo explicaron en la carrera,
que una de las mayores preocupaciones de nuestros usuarios era que no le
llevasen mantequilla para untar las galletas.
Por una parte
me demuestra que nuestros pacientes tienen un paladar exquisito, claro que no
tienen dientes casi ninguno, pero paladar ya os digo que sí. Se ve que la
dentadura, al ocupar espacio, limita a las papilas gustativas, pero cuando la
pierdes, aquello es un sinfín de sabores… otra posible tesis doctoral (yo os
doy ideas).
Lo que no me
gusta es que me mientan, eso no está bien queridos usuarios… No finjáis alergia
al pescado o a la coliflor o al repollo solo porque no os guste, que se pilla
antes a un mentiroso que… ( si es que alguno ya venís cojos, ¡leche!). Y no digáis
que no sois diabéticos porque al compi de al lado le han traído bollito en el
desayuno del domingo y a ustedes galletas, que vuestra salud está en juego (¡un
poquito de reflexión!); y no aseguréis que no tenéis hipertensión o nos pidáis saleros por lo bajini en plan
cómplice.
La comida y la
post- comida, (estoy pensando en abrir una tienda de laxantes), es la mayor
preocupación en las necesidades de nuestros usuarios. Que no han orinado en
toda la tarde, desconocen el funcionamiento de los cacharos que cualquier
paciente que se precie tiene en la mesilla (sí, los inhaladores); no pasa nada.
Pero si no les gusta la cena, ya se encargan ellos de hacértelo saber. Si el
pollo está seco…¡ al control de enfermería, que estas chicas no tienen ni idea
de sacarle juguito al pollo! Me imagino que no dudareis de que esta servidora les
explica que no cocina el pollo. «Ya, ya…mujer, si es para que lo sepas,
jijiji», pero al día siguiente te los vuelves a encontrar en el mostrador
dándole perico al torno, porque el filete es una suela y se nos ha pasado el
arroz, «claro, estáis todo el día en el ordenador y así no se puede».
El tema de la
deglución es otro cantar. Yo es que de verdad no asimilo como alguien que no
puede masticar la fruta, sí que puede con la ternera. Hay una vertiente muy
graciosa: la de la cremita de primero, y de segundo lo que le echen; pero la
cremita por descontado y qué no se la lleven, que verás tú. Yo, por no
desconfiar, cavilo que quizás la crema templa sus mandíbulas para que luego
puedan despedazar cualquier alimento… (otra tesis).
Cada vez es más
difícil encontrar una dieta de un paciente sin observaciones, que nada tienen
que ver con su recuperación: no leche en tardes, no pollo, sí pan, no galletas,
zumo de melocotón, no de piña, no manzanilla, si té… Además que por el diseño
del programa informático hay un espacio diminuto, máximo veinte letras, y te
las tienes que ingeniar para que te quepan todas sus peticiones. Lech sol me,
caf de, no yog si nati…
¡Normal que
luego venga lo que viene! Pero mira, mejor, como nos den más espacio nos
hacemos un recetario en cada turno.
Y ya acabando,
(al final hago la tesis yo), no me podía despedir sin desahogarme. En
ocasiones, hay pacientes que se les pauta dieta especial. Viene a ser, que
pueden elegir cualquier cosa que halla en la cocina ese día… ¿pero ellos cómo
lo saben? ¿Les hacen un tour? ¡Aahhh, no, claro! Para eso estamos nosotras, las
diplomadas o graduadas. Ya llamas tú a cocina, (te lo cogen, que no es fácil),
apuntas en una hojita el menú, vas a la habitación a dilucidar con el usuario y
elaborar la minuta (cosa rapidísima), y de nuevo llamas a cocina (descuelgan a
la primera) y les recitas plato por plato la comanda, y la de cocina te grita ¡Oído!,
(muy Máster chef el asunto)… Enfermería en estado puro, no sé de qué me
extraño.
Y ya que estoy
voy a soltar, como si nada, así en tono fresquito un último apunte… Usuarios
del hospital, si no os complace algún platito de la vianda, tomároslo con
calma, ya se sabe… como en casa… el hospital tiene cafetería y máquinas con
comida. (Lo escribo con letra pequeña para que no lo leáis.)
Beso a todos!!!
Hola Irene, como ex encargado de la cocina de pacientes del hospital puerta de hierro majadahonda, doy fe que era una locura. Había notas con observaciones que ocupaban mas que El propio menú. Y solo teníamos entre 700 y 800 pacientes, cada paseo que tenia que dar por el hospital para ver si todo estaba correcto me tocaba volver con bolsillos llenos de comandas.
ResponderEliminarTambién hay que tener en cuenta que la cocina hace unos menos muy concretos que se ordenan desde el departamento de nutrición y endocrinolodia del hospital, es decir grandes expertos en el arte culinario, y nosotros teníamos que convertir esas pautas en algo comestible, y puedo prometer y prometo que ha sido una de las labores mas complicadas pro que había pautas que no se lo comían ni los gusanos.
Así que yo te entiendo pero también entiendo a los compañeros de la cocina :-D
Besos
Enos, Enos... de qué me suena ese nombre??? Me alegra que hayas pasado por aquí, jiji Efectivamente, te doy toda la razón. Se me ha olvidado comentar en esta entrada que una vez bajé a la cocina con una residente a pedir no se qué, y aluciné. Justo estaban preparando las bandejas de comida y alguien hablaba como por un micro, iban a toda mecha poniendo platos... Te prometo que me pareció súper estresante. Yo he comido de esas bandejas, cuando he sido paciente, y está bueno, pero si no me ha gustado, por mis gustos propios, no he montado ningún pollo, que es a lo que voy. En ocasiones, parece que estén en un hotel, y creo que hay que ser más tolerante. Así que, por si no ha quedado claro, un aplauso enorme a todos los cocineros, pinches y todo el el que trabaje en la cocina de un hospital. Y a ti... un beso enorme... todavía recuerdo cuando fuimos al Chaflán, jijijiji.
ResponderEliminarEstupenda entrada Irene! Muy real y muy divertida. Luego nos preguntamos ¿para qué servimos las enfermeras verdad? Pues para todo, esa es la respuesta.
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