¡Qué no, que no estoy viendo el mundial!... Un poco solo.

Que ya sé que os tengo un poco abandonados, pero no es porque ande firmando libros como loca (en la feria firme 6, ¡ya ves tú!), o porque no me pierda ni un partido del mundial, que alguno cae y esta noche pienso hacerlo, o porque esté estudiando como una loca la odiada, odiosa, y malquerida oposición (por mí, compañeros, no os preocupéis, mi plaza es vuestra, como máximo me aprenderé las vacunas por amor propio)… No he estado activa porque me ha tocado ver la historia desde el otro lado (merecido lo tengo), y he sido intervenida, postoperada, he pasado un día en reanimación y cuatro en planta… así que hoy la cosa va a ir por otro derrotero. No os lo perdáis.
         Pre-antes de la operación: Me tiro tres días con dieta pobre en residuos ( buajjj) y el día de antes, con soluciones que te hacen ir al baño a cada pestañeo. Impresionante la de líquido que expulsé, más que nada, porque tengo un pasillo muy largo y me pegué unos sprints que ni que perdiera un avión.

         Antes de la operación: Me rompen una vena, me inyectan sin avisarme dormicun, lo que me provoca un mareo tipo atracción del pulpo de la feria, y cuando creo que es que me estoy muriendo, me avisan de que es el dormicun. Me dejo llevar por el colocón y por el celador que me lleva al gélido quirófano tapada con una sabanita.
         Quirófano: ni idea. Desapareces. Menos mal, ¡qué vergüenza! ¿A saber qué te hacen?
         Reanimación: Dolor, dolor, dolor. Sensación de acabar de nacer y un sueño que me impide despertar. Al rato viene el cirujano. Me dice que ha salido todo bien, pero yo tengo tanto sueño, que ni caso, ni aunque hubiera tenido delante a George Cloney. En algún momento me ponen un teléfono blanco, descorren una cortina y veo a mi madre a través del cristal. Tipo cárcel. Os lo prometo. Ni caso, tengo mucho sueño. A media tarde comienza la sed, y me informan de que no puedo beber, me dan un palito refrescante; en su momento me gustó, pero ahora cuando lo recuerdo me dan arcadas. Así pasé ese día, en un duermevela constante. El personal de enfermería, espectacular. Excepto una médico rarita, rarita, (hacedme caso, era muy rara), todos se portaron conmigo de diez.
         Subo a planta. Muy floja. No tengo apetito, y eso que yo soy de comer. Saben que soy enfermera. Depende con quién des, notas cierta aversión, pero yo intenté no ser impertinente y eso que tuve una vía siete horas fuera y tengo desde entonces una flebitis que más que una vena parece una tubería de plomo; pero estaban muy liadas en planta, esa tarde me cruce con la enfermera que me llevaba y me pasó con una bandeja de medicación que pesaba un quintal. Se nota la diferencia cuando te pueden dedicar tiempo. Es obvio. Hubo de todo, en general muy profesionales, sobre todo con mi compañera, una abuelita que llevaba cuarenta días (ratilla de hospital)


que las ponía a todas a caldo a la que salían de la habitación, delante suya todo sonrisas, pero era desaparecer y vagas era lo de menos. Paciencia infinita la que demostraron con esa mujer.
         En concreto hubo una enfermera, que había sido mi docente hace muchos años, que demostró una soltura y un saber hacer que me curó y a partir de ahí comencé a recuperarme. Solo por escucharme y administrarme un pantoprazol. Y repito que fue una enfermera, no un médico.
        
         ¡Alta! Me voy a mi casa a que me mime todo el que pueda. Sigo floja, dolorida, pero bien. Me quedo con que hasta que no la pierdes, no sabes lo importante que es la salud. Es un topicazo, pero es tan cierto…
         Me apetece contaros esto porque en plena zozobra mental en la reanimación, conocí a una enfermera que había sido compañera mía en la urgencia, hace ya muchos años, cuando comencé a trabajar. Era una gran enfermera, una mujer muy serena, de esas que te apetece escuchar porque sabes que va a contar algo trascendente. Pues se ve, yo no me acuerdo, que en pleno delirio, mi orgullo vs petulancia, le chivó que había escrito un libro y firmaba en la feria el viernes… ¡Y allí que fue!  Y se lo agradeceré eternamente, fue el primer libro que he firmado en la feria del libro. Fue una de las primeras enfermeras con las que trabajé… ¿Creéis que las cosas pasan por casualidad? Yo, a veces, opino que no.
         En resumen, a pesar de encontrarme bastante malita, solo he visto profesionalidad, mucho trabajo y amabilidad. Esta es mi experiencia. No tengo nada más que decir.

         Bueno, sí… ¡qué gane España esta noche! 

Comentarios

  1. Pues no ganó... qué desilusión!!

    ResponderEliminar
  2. Buen día Irene,
    Buscando información para enfermeras encontré este blog y me encanto. Yo no soy enfermero, soy informático, debido a mi profesión he tenido la suerte de estar en contacto con enfermeras y me decidí abrir un blog de enfermería (http://enfermeriaysalud.com/).

    Por lo anterior, te solicito permiso para usar tus post en el blog y hacer referencia al tuyo, poniendo el nombre del autor y la página.

    Quedo a la espera de tu amable respuesta y en caso de ser negativa respetaré tus textos.

    Saludos.

    ResponderEliminar
  3. Tienes mi autorización y mi absoluto agradecimiento!! Me he dado un paseo por tu página y es fantástica! Enhorabuena!!

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

LUNA PARA DOS (o para el que quiera leerla)

AMNISTIA POR NAVIDAD (EN SANIDAD)

EL PASE