9 de enero. Gladiadoras
9 de enero. Gladiadoras
Me
despierto sobresaltada… las 6 de la mañana. ¡Joer, no me duermo! He hecho dos
noches seguidas y ahora no sé dormir… ¿Qué día es hoy? ¡Oh, no! Es jueves… no
puede ser, ya ha llegado el jueves… ¡Uff!
Quedo
a comer con dos compañeras en la cafetería del hospital y allí nos enteramos de
que esta tarde vamos a ser una enfermera menos… nos va a tocar volar, porque
aunque digas: «Yo paso, no pienso correr», al rato te ves colorada, sorteando a
las familias por el pasillo del hospital, y preparando la medicación como si se
acabara el mundo y obtuvieras la salvación abriendo cajetines.
Subimos
en el ascensor apesadumbradas; la tarde seguro que es de órdago a la grande,
pero lo peor, lo que me ha quitado el sueño, está por llegar…
Abrimos
la puerta del aula, una pequeña salita con sillas en escalera (tipo aula magna
o más bien circo de gladiadores). Todas nos miran, hemos llegado tarde a… la
reunión de enfermeras.
El
ambiente está cargado de adrenalina. Mis compañeras —y espero que después de
esto me hablen—, parecen emoticonos. Sí, sí, está el de los ojos saltones, el
de los dientes apretados, el de los coloretes, el rojo cabreado…
La
supervisora, que lleva poco tiempo con nosotras y yo juraría que cada vez tiene
el pelo más rizado, nos hace firmar una hoja de asistencia, y después de
sentarnos las tres juntitas, comienza la reunión.
¿Que
qué pasa? Pues que prácticamente no llegamos a ninguna conclusión, bueno sí,
que el programa de ordenador es… (por respeto a los que han malgastado su
tiempo trabajando en él, lo obvio). ¿Por qué? Pues porque las mujeres no
sabemos concretar, porque lo de resumir y guardarnos nuestras batallas para el
café no se estila, (os invito, queridas compis, a escribir un blog) y porque
estamos agotadas. Ésto no es Google, —aunque a muchos pacientes se lo parezca—.
Aquí se trabaja mucho, y cada vez más. Aquí no se cubren bajas y te toca
correr, librar menos, o venir enferma para que no te rescindan el contrato.
Aquí el material cada vez es peor. Aquí ya no hay trabajo en equipo. Aquí estamos
comenzando a resignarnos… y eso no puede ser. Esto no es una fábrica, y sí, lo
parece. Aquí hablamos de vidas, de enfermos que están en nuestras manos; manos
que por sobrecarga de trabajo, en muchas ocasiones, desconocen hasta el nombre
del paciente.
A las
15.45, al valorar el percal, y advertir que tenemos tres cuartos de hora, para
preparar la medicación, las tres enfermeras de la tarde abandonamos nuestro
púlpito y nos calzamos los patines. Comienza la jornada… ¡A por ellos!
¡Las
10! Final del turno. Ni nos hemos visto. Resultado: mi compañera gaditana tiene
una posible queja, la que lleva una habichuela en su vientre, con pinchazos, y
yo, con unas varices crecientes, pensando en este blog… ¡Esta planta da para
una saga!
Irene Ferb.
Gracias Ire por ser nuestra voz, no solo la de la mayoría de tus compis sino de otras muchas enfermeras. Nunca había pensado ser un emoticóno pero la verdad es que jajajajaja es genial me pido el del ojito con el guiño para las siguientes puestas en escenas (reuniones) jajajaja.
ResponderEliminar“¿Por qué? Pues porque las mujeres no sabemos concretar, porque lo de resumir y guardarnos nuestras batallas para el café no se estila, (os invito, queridas compis, a escribir un blog) y porque estamos agotadas.” , que razón llevas cuando dices que estamos agotadas sin embargo yo veo un rayito de luz ….discutimos porque estamos VIVAS Y SEGUIMOS SIENDO SERES SOCIALES, ¡!!!viva viva!!! Y no es que no sepamos concretar es que nos fallo el formato no te diste cuenta no había guión (emoticóno de guiño) estábamos todo el tiempo improvisando,…. No se trata de una cuestión de género. Pero para listas las enfermeras ( que… porque no nos conocen los de la NASA pero ya mismo leen este blog y nos fichan) así que aprenderemos a concretar que yo creo que debe ser mas fácil que colocar un DRUM y eso lo hacemos con el emoticóno de los ojitos cerrados, jajajja
Ire eres mi estrella, te quiero
Grande, Maribel!! Te mando el emoticono del que sopla y tiene un corazón en los labios (que tú no entendías al principio de los tiempos smartphonianos)...
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